domingo, 28 de noviembre de 2010

UN EJEMPLO DE LA UNION EUROPEA EN LA PROTECCIÓN DEL COMERCIO Y DEL CONSUMIDOR

Miren cómo funciona la protección efectiva de los consumidores. Empecemos por decir que en algunos Estados se puede ver la especulación criminal de que por el simple rumor de que el combustible podría escasear, o el azúcar, o la harina, o lo que sea, los comerciantes forman una componenda de no vender el suministro que les queda para esperar a que llegue el próximo que, por consecuencia de la escasez, viene mas caro. El resultado es un precio desproporcionalmente inflado, alimentado por la sola especulación y la ambición de un grupo de comerciantes. Entonces, el precio así aplicado llega al consumidor. Entiéndase, tanto el suministro maliciosamente no vendido y mantenido en almacén que se compró a un precio mas módico, así como el nuevo que se compra mas caro, llegan al público a idéntico valor. Tales prácticas de comercio son un arma mortal tanto para el consumidor como para el propio comerciante, pues si bien al principio existe una ganancia desproporcionada en favor del segundo, no menos cierto es que a partir de ahí se puede crear una espiral de inflación que luego hace difícil y, en ocasiones, hasta insostenibles los costos para mantener algunos negocios operando. El agiotismo solo da chance a los mas fuertes y hábiles. Pero no intentemos explicar eso de conciencia social a ciertos comerciantes, que no lo van a comprender y podemos terminar insultados. El tema lo traigo a colación porque en días recientes la Comisión Europea multó al pago de $799 millones de euros a un grupo de aerolíneas por una infracción, a mi vista, menor de la que estamos describiendo. Sucedió que entre 1999-2006, dichas empresas acordaron los precios que iban a imponer por el trasnporte de carga. Cualquiera pensaría que estaban en su derecho, pero la Comisión Europea lo tomó como una violación a los derechos de los usuarios y a las prácticas de comercio. Este tipo de acciones violenta la libre competencia y deja indefenso al consumidor, quien al consultar varios precios se encuentra que no existe una tarifa mas favorable y debe tomar el servicio a como se lo quieran poner. Una aerolínea en particular tuvo la iniciativa de denunciar la situación y de facilitar con su información las investigaciones, por lo que pudo evitar la multa. En lo que se denomina civilización, la libre competencia no es solo un derecho, sino además una obligación. El Estado no debe solo proteger al comerciante, sino también al consumidor. Y, aunque muchos no lo entiendan, si el consumidor se siente protegido, su confianza promueve el gasto, y esa es la mejor forma de generar negocios y empleos, y de asegurar el crecimiento.