martes, 29 de diciembre de 2009

EL MITO DE LA SEGURIDAD CIUDADANA

Anoche, 28/12/09, llamó a mi casa, sumamente asustada, una compañera de trabajo de mi hermana. Ella sentía que una persona estaba intentando forzar la puerta de su apartamento. No tenía un número de emergencia al que llamar y no quería que el invasor de su apartamento se percatara de que ella estaba dentro, así que se limitó a pedirnos ayuda. Debo resaltar que la persona de quien hago referencia es una madre soltera, que vive sola con su hija menor. Yo atendí la llamada y procedí a marcar el número de emergencia de la Policía Nacional que se encuentra en la guía telefónica. Primero me contestó una mujer, que me transfirió a otra persona, un hombre. A este le suministré la dirección del apartamento y le dí la explicación de lugar. Llamé varios minutos mas tarde a la amiga de mi hermana, y al ver que no respondía, me dispuse a apersonarme yo mismo y quizá encontrar de camino o en un destacamento cercano una patrulla que me acompañara. Estando en eso mi hermana me llamó y me dijo que ya el hermano de su amiga había llegado al apartamento y que se había encontrado  con el dueño de la propiedad intentando forzar la entrada de la vivienda para desalojarla sin una orden judicial, porque aunque ella se encuentra al día con sus pagos él quiere su inmueble vacío para aumentar el alquiler. Por suerte, esa clase de abusadores tienen una actitud mas respetuosa cuando es un hombre que les da la cara,y así la situación no pasó a mayores daños. Ahora bien, me llama la atención el hecho de que nunca pasó por allá una patrulla policial.  Ni si quiera me pidieron identificarme, ni el número de teléfono mío ni de la supuesta víctima. El hecho bien pudo haber sido un homicidio, un robo o una riña entre el dueño de la propiedad y la inquilina o su hermano, sin la intervención de una policía que fue notificada con tiempo. Es como si al día de hoy nuestros cuerpos de seguridad se hubieran convertido en simples policías de tránsito, en el mejor de los casos. Suele verseles diligentes solo all detener a motoristas sin cascos y vehículos sin seguro, pero a menudo terminan en los destacamentos los que no tienen el billete para zafarse de que les retengan sus vehículos. Existen excepcione, y muy honrosas. Pero en sentido general uno percibe que la seguridad ciudadana es un mito, y aún así tenemos que vivirlo. ¿y saben qué cosa lo hace peor? Que la única opción que nos dejan es defendernos con nuestras propias garras, utilizar recursos que nos aseguren que los agresores de la sociedad no se van a levantar del suelo para volver a agredirnos o tomar venganza. Y quien tiene la osadía de defenderse de los delincuentes de tal manera, lo mas que consigue de un tribunal es una atenuante de homicidio involuntario, porque los tribunales dominicanos son alérgicos a la figura de la legítima defensa.  Desaconsejamos la violencia y sugerimos que llamemos la atención de las autoridades hasta que nuestros llamados de seguridad sean escuchados. Pero debo advertir que la seguridad ciudadana en este momento es un mito que debemos aprender a vivir.     

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